Buenavista



Perito en 'skylines'

Ahora me respeto más, mucho más, e intento hacer todo lo que está en mi mano para no dificultar las cosas. Hoy retrocedo con todo mi ser ante esa imagen sin sentido. Bajo la influencia de mis escleróticos recuerdos, recorro kilómetros, países, continentes, embutido en bolsas de Carrefour, sin salir de mi habitación. En este cuarto, que está lleno de caminos para escapar de él. Mientras rodeo la cama me juro a mí mismo no volver a ingerir grasas ni guardar secretos. Abriré a partir de ahora mi boca sólo para hablar con parábolas, publicaré cosas misteriosas que han estado ocultas desde la creación del mundo. Nunca hice el menor esfuerzo para crear en mi entorno un nombre. Digamos que la fama llegó de golpe. Las naciones temieron mi santa mención, y todos los reyes de la tierra respetaron mi gloria. Lo curioso es que cuando me marché de MadriT fue como si comprendiera oscuramente (y ya tarde) que me alejaba muy satisfecho de una atmósfera que se me había tornado irrespirable. He vivido mucho y sé la clase de cosas que mortifican: las drogas mortifican, pelearse con un hermano mortifica; el estrés mortifica. No soy una persona que trabaje bien en situaciones de tensión. Por eso en mi empleo apenas hay emergencias. La tranquilidad es algo absolutamente vital para mí,
el vacío. Observo a oscuras mi habitación. Sí, es un gran espacio. Un espacio extraordinario.Me dirijo al baño. Escucho mi propia respiración entrecortada, siento como me suben y me bajan los pechos, bajo los pantalones, al ritmo de mis pisadas. Acabo de darme cuenta. Ya no necesito a las mujeres. Lo único que me hace falta para estar al cien por cien es el recuerdo de una cosa:
de una cosa llamada MadriT, la ciudad de mala reputación,
no sé. Tal vez sea una forma de expresarlo.